Informe bajo tierra



La violencia política en el Perú de las décadas pasadas sigue siendo uno de los temas más apremiantes y difíciles para nuestros narradores. Y acaso por eso, se ha convertido también en uno de los lugares comunes “políticamente correctos”, de esos que dan a las novelas y cuentos una cierta aura de calidad extraliteraria. Es así como varias de las novelas de la violencia han obtenido premios internacionales, desde La hora azul (2005, Premio Herralde) y Abril rojo (2006, Premio Alfaguara) hasta Bioy (2012, Premio Francisco Casavella) y La sangre de la aurora (2013). A estos títulos se suma ahora Informe bajo tierra (Arte y Literatura, 2016), primera novela del escritor peruano Erick Ramos (Lima, 1982), que ha sido publicada en Cuba tras obtener el segundo lugar del Premio Alba de Novela 2015.

Licenciado en Literatura por la Universidad de San Marcos y doctorado en Filología por la Universidad de Hamburgo (Alemania), Ramos cuenta en esta novela la historia de Rafael Olazábal, un profesor universitario que además trabaja en una ONG que busca identificar a las personas desaparecidas durante los años de violencia entre los restos humanos encontrados en diversas “fosas comunes” halladas en Ayacucho. La labor de Rafael y de sus colegas más cercanos es entrevistar a los parientes de los desaparecidos, quienes les cuentan, con lujo de detalles, los violentos y trágicos sucesos que vivieron en aquellos años. Estos testimonios (que serán reunidos en un “informe final”) ocupan capítulos completos, y cuentan de la manera más directa tanto los crímenes de los senderistas como los cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas. Son, sin lugar a dudas, las páginas más interesantes de la novela.

No obstante, la mayoría de los cuarenta capítulos del libro están dedicados a la vida diaria de Rafael, sus amigos y parientes. En especial a la accidentada vida sentimental del protagonista, quien mantiene simultáneamente dos relaciones de pareja, con una mujer casada y con una antropóloga forense. Igual de confusas son las relaciones de su hermano y de su amigo más cercano. Según el autor, con estas historias intenta “reflexionar sobre la monotonía y la destrucción de las relaciones humanas en nuestro tiempo”, seguramente como correlato de los conflictos aún latentes en la sociedad peruana. Pero el paralelo no está del todo logrado en la ficción, y los frívolos avatares sentimentales de esos jóvenes limeños no llegan a articularse con los dramáticos testimonios de las víctimas de la violencia.

El Premio Alba de Novela, patrocinado por el Fondo Cultural del Alba y el Centro Cultural Dulce María Loynaz (La Habana), promueve las obras de escritores latinoamericanos y caribeños menores de 40 años de edad. Se entrega anualmente desde el año 2010, y en su más reciente edición participaron 178 novelas de 18 países. El jurado premió a Informe bajo tierra “por su reflexión sobre los riesgos de la indiferencia en los países latinoamericanos”. y también reconoció a Erick Ramos “por su talento y capacidad para plasmar en un lenguaje literario la contradicción de vivir entre la memoria y el olvido frente a los hechos de violencia del conflicto armado interno peruano”.

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