La fiesta del humo


A inicios del presente siglo Luis Hernán Castañeda apareció como uno de los más prometedores escritores jóvenes peruanos. Sus primeras novelas —Casa de Islandia (2004) y Hotel Europa (2005)— lo presentaban como un narrador eminentemente fantástico y que apelaba constantemente a referentes literarios y de la cultura de masas, en especial del cine y el cómic. No obstante, su siguiente libro, Fotografías de sala (2007) fue un conjunto de cuentos más realista y casi autobiográfico, un regreso a los ambientes de su adolescencia. Desde entonces Castañeda ha intentado reiteradas veces integrar esas dos vertientes de su narrativa, como en su más reciente novela La fiesta del humo (Peisa, 2016).

Esta vez Castañeda nos cuenta la historia de Benjamín Santos, un peruano emigrado a Estados Unidos, a la ciudad de Boston, para hacer estudios de Literatura, pero que ha decidido dejarlo todo para iniciar una nueva vida en Greentown, un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra. Sin embargo, Benjamín no puede integrarse a su nueva “comunidad” ni dejar de lidiar con su pasado (especialmente con el violento episodio en que murieron su padre y su hermano mayor), por lo que acude regularmente al consultorio de Clara, una psicoanalista con la que desarrolla una peculiar relación. Además de las tensas conversaciones con Clara, pocas cosas pasan en la vida de Benjamín, salvo sus frecuentes visitas al café Boo and Roxy y a una casa que no se decide a comprar.

Pero esta historia solo ocupa la mitad del libro (hasta la página 139), pues la segunda mitad corresponde al relato “El kayak rojo”, un ejercicio narrativo que Benjamin escribe a sugerencia de Clara, y en el que se mezclan sueños, recuerdos personales y también elementos ficcionales, que le dan unidad al texto. Se trata de un regreso de Castañeda al universo de Fotografías de sala: un grupo de adolescentes en una exclusiva y apartada urbanización en la Lima de inicios de los años noventa, con su difícil contexto político y social. En este relato, que trata de explicar la muerte de su padre y de su hermano, Benjamín aparece reflejado en varios personajes, correspondientes a diferentes momentos de su vida.

Castañeda ha explicado que el “El kayak rojo” es un relato estructurado a partir de ciertos principios del análisis psicoanalítico (condensación, desplazamiento) y que es una reinvención del pasado personal de Benjamín. Pero la marcada división en dos mitades tan diferentes (una realista, de ritmo lento y de acontecimientos intrascendentes; frente a otra irreal, mucho más dinámica y de giros sorpresivos) hace que la narración pierda unidad y coherencia. Y si bien el autor intenta finalmente anudar ambos relatos, con un capítulo final que lleva el título del libro, como lectores nos quedamos con un puñado de historias inconclusas, inconexas y ambiguas, y con más interrogantes que certezas.

No obstante estos reparos, La fiesta del humo resulta un interesante giro psicoanalítico dentro de la narrativa de Castañeda, quien en sus dos anteriores novelas —El futuro de mi cuerpo (2010) y La noche americana (2011)—, parecía más bien explorar los límites de la verosimilitud literaria.

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